Mentiras y secretos

¿Cuántas mentiras pronuncias a diario? ¿Cómo las clasificas? ¿Piadosas? ¿Necesarias? ¿Pequeñas? ¿Obligatorias? ¿Por qué la gente miente? ¿Para no pagar consecuencias? ¿Para no romper la imagen? ¿Para pasar desapercibido? En líneas generales hay infinidad de finalidades acerca del por qué entre decir la verdad y mentir, la balanza en muchas ocasiones se inclina hacia la segunda opción.


Quizás con la tranquilidad de que eso que dijimos no va a afectar a nadie; o si por el contrario afecta fue lo mejor que pudimos hacer frente a esa circunstancia. Lo cierto,  es que todo en la vida tiene influencia sobre los demás. Porque estamos conectados, aunque creamos vivir en una conciencia de separación. Cada quién lleva acuesta su inconsciente individual que forma parte ineludible del inconsciente familiar que está inmerso en el inconsciente social que está contenido por el inconsciente universal que a su vez…está adentrado en el inconsciente cósmico…Y el inconsciente es ese espacio en el que se almacena la información, datos que conscientemente ignoramos pero que no por ello, no dejan de existir. Ahí está todo… incluso las mentiras cotidianas, los secretos, lo que callamos, lo que preferimos evitar… ahí están como fantasmas en el banco de suplentes, atentos a la espera de que surja un situación en la cual tengan la oportunidad de ser revelados. Así nuestras mentiras o secretos, aquellos no dichos omitidos por la fuerza de la vergüenza, el qué dirán o el miedo al rechazo; serán heredados a nuestros descendientes y ellos pagarán los platos rotos de nuestros hechos de hoy. Igual que nosotros, los de nuestros abuelos, bisabuelos, o padres. Integran la secuencia los tíos, tíos abuelos… Nadie se salva…

Si la abuela amaba a un tal Juancito, y se casó con un tal Pedrito – pensando siempre en el otro- es posible que si tengo alguna relación de fechas con ella, en mi línea de afinidad, mi vida amorosa sea un completo infortunio; pues el amor imposible de la abuela seguirá lamentándose a través de mis amoríos.


Por lo tanto, si tu deporte es mentir, ya sabes lo que vas a ir dejando de herencia.


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