Toma de conciencia vs toma de conocimiento

Desde hace tiempo, los seres humanos – unos, otros, algunos, pocos, muchos- comenzamos a sentir un cosquilleo interior, una voz, un vuelo de avispa perturbador que nos ha llevado, incluso a los tumbos, a un mirar con detenimiento nuestra realidad. A percibir “nuestra realidad” con derecho de propiedad para diferenciar de “la realidad” como una circunstancia exterior que nos afecta y nada podemos hacer.

Desde esta nueva perspectiva, lo observado nos pertenece, – no porque nos haya impactado desde afuera- sino porque algo interior acontece – carece- reaparece – se desacomoda y el inconsciente proyecta un mensaje de alerta en eso que proyectamos.

Así podemos descubrir lo que no funciona en nuestra relación personal a través de las relaciones que tenemos con otros. Si no para que ¿tropezaríamos con la misma piedra?

Sin embargo, tomar conocimiento de que esto que miro forman parte de mis proyecciones y ellas del particular tipo de conciencia que hoy tengo, sólo es volverlo racional. Y ahí surgen las preguntas del ego ¿ y ahora? ¿ cómo se hace? ¿ qué hago? ¿cuando?

La toma de conciencia implica comprensión, no entendimiento. Es decir, involucra hacer nuestro eso; y a partir de ahí actuar en consecuencia, no median las preguntas disparadoras del mecanismo; sólo es la acción la que nos lleva a subir el peldaño o a re significar nuestro tipo de conciencia.

No sucede nada especial; nada cambia y a su vez todo ha sucedido y todo es diferente.

La toma de conciencia es como una brisa que llega repentina, nos toma, no apresa, y se disfuma; la sensación nos queda, ya ha pasado; somos otros observadores; no hay cuestionamiento, estamos en un estado de certidumbre real, de confianza total.

Es una respuesta que no cuestionamos, porque la hemos recibido en un estado de inspiración – es decir conectados con el espíritu.

-Autor: Chuchi Gonzales



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